Opinión

Vuelta atrás del Antropoceno

Carpetazo a la declaración de una época geológica

Durante las últimas décadas se ha utilizado con insistencia la denominación "Antropoceno" (la era del hombre), para nombrar un espacio temporal donde el ser humano se erige como protagonista principal de la transformación de nuestro planeta.

La propuesta del vocablo, en contra de lo que pudiera imaginarse, no fue sugerido por los geólogos, sino por un especialista en la atmósfera y Premio Nobel de Química en 1995, Paul Josef Crutzen, en los albores del milenio. Este científico publicó en 2002 un artículo en la revista Nature ("Geology of mankind") donde sentaba los principios del neologismo, concluyendo que la flamante cronología había comenzado con la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII.

Esta proposición se hizo tan popular que, en 2009, se estableció un "Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno" (AWG por sus siglas en inglés), iniciándose así un proyecto para oficializarlo como un término geológico formal. Se propuso el comienzo de este posible piso cronoestratigráfico en 1952 ―lo que apenas abarcaría 75 años―, en base a la posibilidad de identificar radioisótopos del tipo plutonio-239, cesio-137 o estroncio-90, esparcidos por el globo a consecuencia de las bombas termonucleares. Estos isótopos se depositaron en sedimentos marinos y terrestres, plantas y otros medios naturales.

El Antropoceno compendia entonces un periodo de la historia terráquea en el que las actividades del hombre han alterado los ecosistemas con una fenomenología muy variada: rastros de isótopos radiactivos, incremento significativo de la erosión y transporte de materiales asociados con el urbanismo y la agricultura, cenizas volantes y otros restos de la quema de combustibles fósiles, perturbaciones del ciclo de elementos como el carbono, el nitrógeno, el fósforo y varios metales, cambio climático, aumento del nivel del mar y acidificación de los océanos, pérdida de biodiversidad, así como la proliferación y dispersión de diversos desechos tecnofósiles.

En el congreso internacional de Estratigrafía celebrado en Lille (Francia) en julio de la pasada anualidad, el AGW propuso una sección geográfica donde ubicar el estratotipo (sitio de referencia para estudiar el Antropoceno) en el pequeño lago Crawford (Ontario, Canadá), un estanque de agua dulce que en su interior alberga capas contaminadas, cuyo estudio permite descifrar la historia más reciente del orbe. La columna de sedimentos que se obtiene proporciona un registro fiable del cambio ambiental registrado en los últimos milenios.

Existen ejemplos significativos de la acción antrópica en muchas zonas del mundo, a destacar en nuestro país las playas cementadas ("beachrock") presentes en el País Vasco derivadas de la polución siderúrgica, en las que predominan los remanentes a base de escorias, ladrillos refractarios, hormigón, latas, plásticos, vidrios, etc. Tampoco Asturias se libra de tal degradación, piénsese en las abundantes escombreras mineras y la contaminación de los cursos fluviales con estériles del carbón.

Sin embargo, dicha propuesta fue rechazada el 4 de marzo de este año por 12 de los 18 miembros de la "Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario", comité encargado de aceptar modificaciones en el ordenamiento de la serie más reciente de la Tierra. El dictamen se basa en que los estándares utilizados para definir las unidades de tiempo geológico, no se ajustaban a criterios científicos y por tanto no son determinantes para dar por culminado al Holoceno, lapso que comenzó hace 11.700 años con la finalización de la última glaciación, nombrada Würm.

No obstante, la pelota está aún sobre el tejado, ya que el presidente y univicepresidente de la susodicha subcomisión han solicitado reglamentariamente que se anule la votación, asegurando el incumplimiento de los estatutos. Es evidente que la fuerte campaña mediática que generó el Antropoceno ha desconcertado a la opinión pública ―incluso la RAE se apresuró aprobando en 2021 la inclusión del apelativo―, hasta el punto de hacer creer que ya estaba aprobado como era geológica. Lo recoge así la Academia de la Lengua: "Dicho de una época: Que es la más reciente del periodo Cuaternario, abarca desde mediados del siglo XX hasta nuestros días y está caracterizada por la modificación global y sincrónica de los sistemas naturales por la acción humana".

En cualquier caso, si se paraliza el proceso catártico no significa que no se reconozca la metamorfosis producida por la actividad del hombre como una realidad obvia, sólo se cuestiona el marbete científico adecuado.

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