Opinión | Lo que hay que oír

Astrulugía campuchana psiculúgica

Desmanes varios, la precisión de un guardia civil de tráfico y la relatividad de la verdad

Astrulugía campuchana psiculúgica

Astrulugía campuchana psiculúgica / Pablo García

Llamamos en español "campechano" a quien se comporta con llaneza y cordialidad, sin imponer distancia en el trato; a la persona franca y dispuesta para cualquier broma o diversión; al afable y sencillo; al que no muestra interés alguno por las ceremonias y formalidades. Su origen etimológico está en discusión: que si es el gentilicio de Campeche (población mexicana de la península yucateca, cuyos habitantes hacen gala de las bondades antedichas), que si es voz maya... sígalo el lector curioso por internet, si es su gusto. Sin embargo, en ese programa televisivo, pozo de sabiduría lingüística (sarcasmo) y cuna de barbarismos, llamado "First Dates", oigo a un participante muy suelto y dicharachero definirse como "muy campuchano". Lo dijo y lo repitió. Campuchano: con una "u" como una campana (¿o será "cumpuna"?). Era un hombre desenvulvido, desenfadudo, desparpajudo, nada turpe ni túmido.

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Cambio de canal, como pedía Jorge Ilegal (pareado). Y me emociono todo con una frase precisa de un guardia civil de tráfico. El programa va de los accidentes provocados por quienes conducen sus vehículos motorizados (de motor, dice la RAE, no *a motor) puestos hasta arriba de alcohol, coca, cannabis, o ciegos por otras drogas de nombres tan largos que no cabrían en esta línea. Un motorista acaba de invadir el carril contrario y de empotrar por ello contra el quitamiedos el coche de otro ciudadano. El muy bestezuela dio positivo en todo aquello capaz de alterar sentidos y conducta, tras haber negado cualquier consumo el muy cobarde mastuerzo. Pero hete aquí cómo resolvió el agente de la Benemérita el trasfondo del asunto, con media sonrisa estoica: "Si él no se quiere, los demás no tienen la culpa". Perfecto. Toma ya psicología conductiva y conductual y psicoanalítica en once palabras y una pausa.

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No es broma, no es ironía ni sarcasmo. La Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha colgó en su web la oferta para un "Curso de bienestar emocional a través de la astrología psicológica" en Albacete, dirigido a los profesionales docentes (antes llamados profesores) que entiendan que "la educación va más allá de una mera transmisión", o sea (y copio), los favorables a la "implementación de la innovación". Tolón, tolón. Parece un chiste:

–¿De dónde vienes a estas horas?

–De un curso de bienestar emocional a través de la astrología psicológica. Hoy hemos aprendido cómo cuadrar la infortuna del trígono en lxs alumnxs piscis cuando unx de ellxs te dice que te libras por ser mujer de que te reviente la cabeza. Mañana, toca la carta astral de los escorpios frente a la regencia sextil de la raíz cuadrada.

–Eso se lo dirás a todas, sinvergüenza.

La Consejería de Educación de Castilla-La Mancha colgó en su web la oferta para un "Curso de bienestar emocional a través de la astrología psicológica" para profesionales docentes (antes llamados profesores)

La astrología psicológica... La Santina nos ampare.

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Anda por internet un titular servido por Europa Press / Reuters, agencias de noticias que antes –ya no recuerdo cuándo– constituían el non plus ultra de la veracidad. Dice así: "Líbano lanza una ofensiva en la frontera con Soria". Como salgo poco, no sabía yo que libaneses y sorianos hiciesen raya (con perdón). Sin duda la agresión se debió a la preeminencia de la tarta costrada, proclamada por los de Soria, para arruinar las pretensiones expansionistas del baklava libanés. Créanme: vale más reír, pues "la causa de la risa no es otra cosa más que la súbita percepción de la incongruencia de un concepto y el objeto real", como nos dejó dicho Schopenhauer, aquel filósofo de Gdansk apellidado.

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Recoge Borges (perdón) una historia tradicional, que las delicias hará de quienes hoy opinan que la verdad es relativa y todo interpretación: "Dos vendedores de baratijas, Mosche y Daniel, se encontraron en las estepas de Rusia: ‘¿Adónde vas, Daniel?’, dijo el uno. ‘A Sebastopol’, dijo el otro. Entonces, Mosche lo miró fijo y dictaminó: ‘Mientes, Daniel. Me respondes que vas a Sebastopol para que yo piense que vas a Nijni-Novgórod, pero lo cierto es que vas realmente a Sebastopol. ¡Mientes, Daniel!’".

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