Opinión

"¡Te necesitamos!"

Contra el caudillismo en la política española

No esperaba otra cosa. Si alguien tuvo alguna duda en algún momento durante el descanso del gurrero, se equivocó. Su respuesta de hace una semana fue, como dijo, con una hora de antelación, que se queda, que no se va, porque desde hace tiempo que está clavado al sillón y se demostró que eran muy pocos días para poder desenclavarlo. Una parte de la respuesta al secreto nos la dieron, sin advertirlo, los manifestantes y adherentes que se echaron al monte: "¡Quédate, que te necesitamos!". Pues claro que lo necesitan, porque sin él ¿a dónde irían la mayoría sin la nómina de los presupuestos del Estado? Parece que hablaban los estómagos, no las ideas, que estas las tienen claras: leña al que discrepa. O estás conmigo o contra mí, no hay lugar en el medio. En el medio, en el equilibrio están millones de españoles que no quieren vivir en la amenaza continua, en la inquietud y en el miedo al futuro, a la deriva que lleva el barco en el que vamos. Porque en la dirección que llevamos, que nos llevan, están la división fratricida, el odio, la manipulación, la mentira, la revancha que son los paraísos, ya conocidos, a los que nos conducen, que eso quiso decir el "imprescindible" cuando enfatizó que esto fue un punto y aparte, no un punto y seguido. Porque tal como parece que diseñaron el futuro, la próxima estación podría ser Venezuela, el ideal de régimen de Rodríguez Zapatero para España.

Pero para culminar el plan, necesita/an llegar al poder absoluto, dominando a la Judicatura, censurando a los periodistas y a los medios de comunicación, expropiando la libertad de expresión para que únicamente tengan voz los fieles, adheridos, beneficiados y voceros del proyecto. Es decir, echar a andar el rodillo y que nadie se mueva. ¿Es ese el punto y aparte que nos anunció el imprescindible? Una oferta bastante inteligible y descifrable, que no precisa intérpretes ni traductores. Está todo muy claro. Pero los no adscritos queremos, necesitamos, expresar lo que pensamos, de acuerdo con nuestra conciencia en libertad. El silencio no es bueno para la paz, ni la convivencia, ni para una vida en democracia, que fue el objetivo de los españoles desde la Transición y la Constitución. Y para aclarar el horizonte, que convoquen una consulta a los españoles para que sepamos qué es lo que verdaderamente queremos, sin andador y en libertad.

España no necesita, a estas alturas de la historia, otro salvador de la patria, que convoque en la plaza de Oriente a otros doce mil quinientos, ¿solamente doce mil quinientos?, sobrará mucho espacio, para decirnos desde el balcón, que es nuestro conductor y guía, mientras el eco de los gritos y las ovaciones inundan el recinto y alcanzan hasta los límites del horizonte. ¡Solamente doce mil quinientos, una multitud llegada en autobuses desde toda España! Pues esos, las masas sociales a la que se refirió, lo convencieron, lo necesitaban, y por eso se desdijo: yo sigo. No, esa no es la aspiración de la mayoría. Eso, desafortunadamente, ya lo conocemos y padecimos. De nuevo el silencio, no. Cuando para defender una idea o superar una situación comprometida, todo el argumento es la amenaza, es que hemos llegado al borde de la prepotencia totalitaria y la intolerancia. Esa no es, nunca lo fue en una democracia, la forma de convencer

Y dijo, a modo de intimidación, que iba a regenerar España y limpiarla del barro en que nos movemos. ¿Y va a hacerlo él, que con sus trapacerías, mentiras, felonías, contradicciones y concesiones a los traidores, llenó de mierda el país? Y pidió, además segar por los pies a jueces y periodistas, y que la gente se echara a la calle para apoyarlo en ese impúdico proyecto. Pues sí, que se echen los españoles a la calle para pedir que se impongan el espíritu de la Transición y la Constitución, para que el futuro discurra en paz y buena avenencia. Eso es lo que necesitamos, y no nuevos caudillos que guíen nuestros pasos al desencuentro, al odio y la ruptura. No creo que eso esté en el ánimo de los españoles, de la mayoría de españoles.

El país necesita sosiego, tranquilidad, que quienes mandan arreglen los problemas de los ciudadanos, que son muchos, y no los propios ni los de los suyos. Todos somos iguales ante la Ley; que dejen trabajar a la Justicia y en libertad a los periodistas, porque nadie quiere, tal vez ni muchos de los propios, que esto se desmande, porque muy pocos podrían imaginarse hoy convertirse en Venezuela ni volver a las andadas. ¡Que Dios nos libre!, y que lo ayudemos entre todos.

P.S. Ocurrió: en el colmo de la exaltación de la adhesión al jefe, el ministro de Transportes, excelentísimo señor don Oscar Puente, gritó ante las cámaras de televisión, un halago que dejó perplejo al país: "es el puto amo, el puto amo". ¡Qué cosas! Pero, ¿se habrá dado cuenta de lo que dijo?

Pura coincidencia, porque a veces los halagos y exaltaciones los carga el diablo. Unos días después, en este periódico, pocos días después de la exclamación lapidaria del señor ministro, la socióloga y antropóloga, profesora de la Universidad Complutense, Beatriz Baena, afirmó solemnemente: "España es uno de los países más puteros de Europa y del mundo". Con estas mismas palabras. ¿A dónde hemos llegado?

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